miércoles, 4 de mayo de 2011

La construcción mediática de la impunidad: sobre una violación en Ciudad del Cabo

Días atrás recibimos la noticia de que dos jugadores de rugby, uno uruguayo y otro argentino, habían sido acusados de violación en Ciudad del Cabo, donde se encontraban participando de un campeonato internacional. El episodio generó una reacción bastante unánime en los medios uruguayos, planteando una suerte de solidaridad con la situación del compatriota, definido como el joven deportista.
Tras algunos días de detención, el joven fue puesto en libertad bajo fianza. Ésta tuvo un costo de 3000 dólares, monto que habría sido pagado por la embajada uruguaya en Suáfrica. Sin embargo los acusados fueron impedidos de concurrir al aeropuerto para despedir a sus compañeros, lo fue relatado por algunos medios como una limitación injustificada, que rozaba en la violencia psicológica.
A las muy sanas preocupaciones por las debidas garantías para esta persona, se sumaban preocupaciones por las posibles consecuencias psicológicas y afectivas para el joven que se encuentra en problemas en territorio extranjero. Lo que no figura dentro del abanico de preocupaciones, es una a la cual, la prensa uruguaya nos tiene ya tan acostumbrados: la necesidad de hacer justicia.
Analicemos la forma en que son presentadas cada una de las partes. Mas que una descripción neutra y objetiva, los “noticias” encierran valoraciones sobre los comportamientos correctos para una dama y para un joven deportista, y una suposición de quien es culpable y quien es inocente.
La presunta violada -así fue presentada por los medios- es una joven de 29 años, proveniente de Zimbabwe. Una extranjera en Sudáfrica, que habría aceptado salir con los jóvenes e incluso dormir con ellos en el mismo cuarto de hotel.
Los acusados, no llevan presunciones en su caracterización, no son supuestos violadores. Son jóvenes, son deportistas, son jugadores de rugby.
¿Qué otro comportamiento se puede esperar de ellos, sino que mantengan relaciones con una mujer que duerme en su cuarto después de una fiesta en la que todos han consumido alcohol? El hecho de que esta mujer sea joven, negra y extranjera parece aumentar la suposición de inocencia de los deportistas o por lo menos, deja entrever la inevitabilidad de los hechos sucedidos.
Pierde sentido, cae por su peso la investigación sobre si hubo o no una violación. Parecería que el consentimiento a mantener relaciones sexuales hubiera sido dado desde el momento en que la mujer acepta dormir en la habitación. Cuántos, cómo, quiénes y por voluntad de quién tienen sexo con ella, ya no es su decisión. Puede decidir quedarse en casa o salir con ellos, pero no mantener relaciones o no.
Una violación se determina únicamente cuando un persona es sometida a relaciones sexuales sin su consentimiento, a través de la violencia física o de otras formas de coacción. Al final, será la justicia sudafricana quien determinará si es esto lo que sucedió. Si los jóvenes son o no culpables de violación.
Tal ves, resulte de este proceso que los acusados son inocentes, sin embargo, debemos aceptar que el rugbier uruguayo permanezca a disposición de la justicia sudafricana hasta que se demuestre su inocencia. Porque si lo son, debemos exigir que las leyes sudafricanas les otorguen una condena apropiada y justa, así como la deben recibir en nuestro territorio los culpables de violación sean ciudadanos o extranjeros.
¿Qué otra cosa le exigiríamos a la justicia si fuera el caso de defender la integridad de una mujer uruguaya?
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Pero este caso además, abre otra serie de interrogantes sobre las maneras en que los medios construyen realidad, sobre cómo nos hacen pensar en categorías sumamente cargadas de prejuicios que lejos están de la supuesta neutralidad que autoproclaman la mayoría de los periodistas.
¿Por qué algunos uruguayos, -particularmente, jugadores de rugby de Punta del Este- ante la acusación de un delito son presentados como “jóvenes deportistas”, inocentes hasta que se demuestre lo contrario, mientras que otros, habitantes de barrios pobres de Montevideo son presentados como “delincuentes”, que luego son “liberados por falta de pruebas”?
¿Por qué el cuerpo diplomático uruguayo fue tan diligente con el jugador de rugby puntaesteño en Sudáfrica -asumiendo costos económicos de su fianza- mientras que el año pasado un joven uruguayo murió internado por quemaduras graves en un hospital en Bolivia, sin que sus padres consiguieran apoyo para traerlo a nuestro país o ni siquiera después de muerto?

Un aporte de Pilar Uriarte, especialmente para Arquero Peligro.