jueves, 31 de marzo de 2011

200 años ¿de qué?

El pasado 28 de febrero Uruguay inició “Celebración del Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental”, tomando como punto de partida el año 1811 en el que, por cierto, muchos historiadores ubican los primeros elementos de lo que podría llamarse una “identidad” propia de los pobladores de la Banda y posterior Provincia Oriental, en relación al resto de la región de la Cuenca del Plata.

Más allá de lo anecdótico de esta celebración -entre otras cosas, porque se plantea que dure 5 años- hay una serie de elementos que son interesantes para pensar críticamente que implica este bicentenario, a partir del proceso histórico que se ha desencadenado en este territorio que hoy conocemos como Uruguay. En otras palabras para pensar tratar de responder una pregunta incómoda: 200 años ¿de qué?

Incomodidad a la que por cierto debemos aportar desde el pensamiento crítico, desde las reflexiones que no pretenden quedarse con la peligrosa superficialidad de la efervescencia nacionalista.

Desde Arquero Peligro pretendemos contribuir a esta reflexión crítica, tratar de responder esta pregunta en diferentes niveles y dimensiones. Hoy les proponemos apenas una mirada general y, por consiguiente, superficial de diferentes elementos.

En nuestra última columna de diciembre del año pasado planteábamos que “desde su nacimiento como república Uruguay fue un país de orientación exportadora, primero carne salada y cueros, luego lanas, más tarde carne congelada, y más recientemente pulpa de celulosa, granos de soja, derivados lácteos y más carne. Y sin embargo todos estos años de vanguardia exportadora no se tradujeron en niveles de bienestar (o desarrollo social) generalizado para todo el pueblo uruguayo. Basta mirar las cifras oficiales de pobreza que indican que ésta afecta a más de 600.000 compatriotas (aunque llegó al millón de uruguayos en el 2002), alrededor del 40% de los trabajadores tiene empleos informales o irregulares (o sea, que su ingreso es variable, que no acceden a seguridad social, cobertura de salud, entre otros problemas), y la desigualdad sigue siendo tal que el 20% más rico de la población concentra el 50% del riqueza”.

Al mismo tiempo, el éxito exportador del Uruguay siglo XXI no hace otra cosa que consolidar un modelo de inserción en el mercado internacional, que reproduce un patrón que viene desde los tiempos de la colonia.

Dos informes publicados el año pasado por el Banco Mundial y la CEPAL advierten que la inserción de América Latina en el comercio internacional no ha variado significativamente a lo largo del período que ahora reconocemos como Bicentenario. En todo caso ha cambiado el destino de la producción: de Europa o Estados Unidos a una mayor centralidad de Asia, y sobretodo China.

En particular, el informe de la CEPAL, realiza un balance de la década 2000-2010 en el que “muestra que la región no ha conseguido avances significativos en la calidad de su inserción comercial internacional” mientras que el dinamismo de las exportaciones “está muy ligado a factores exógenos como el renovado impulso de la demanda internacional de materias primas y el consiguiente aumento de sus precios”. Al mismo tiempo el informe señala que “la expansión de los sectores asociados a los recursos naturales, impulsada principalmente por la demanda asiática, no ha contribuido suficientemente a la creación de nuevas capacidades tecnológicas en la región” (CEPAL, 2010: 23).

Podemos pensar en esta como una reedición de la llamada “maldición de los recursos naturales”: constituyen el soporte del sector más dinámico de las economías de la región lo que permite conducir procesos de crecimiento, pero esto no hace otra cosa que confirmar la posición de productores de materias primas en la división internacional del trabajo. Esto sin abundar, por ahora, en los impactos sociales y ambientales de esta especialización productiva a base de recursos naturales.

Pero debemos agregar a estas consideraciones la identificación de quiénes se enriquecen con este tipo de inserción comercial internacional no ya de Uruguay, sino de todos los países de la región.

En nuestro país, los grandes exportadores, los que acumulan riquezas con la producción “nacional” son empresas transnacionales: (como decíamos en diciembre) “la industria frigorífica es controlada por la multinacional brasileña Marfrig; el complejo forestal es controlado por UPM (ex-Botnia) de capitales finlandeses, por Montes del Plata (de capitales suecos y chilenos) y por Wayerhauser de capitales yanquis; buena parte del área de soja es gestionada por los pools de siembra argentinos (como El Tejar y Los Grobo) así como la exportación la controlan las transnacionales Cargill, Louis Dreyfus y ADM; la industria arrocera pasó a las manos brasileñas de Camil hace tres años”.

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Y si miramos hacia la región, el panorama no parece mucho más alentador. Precisamente ayer estuvo en nuestro país el presidente de Venezuela, Hugo Cháves, y como siempre generó diferentes tipos de comentarios en relación a la proximidad de Uruguay con el proceso bolivariano y su propuesta del ALBA (la Alternativa Boliviana para las Américas) en la que además de Venezuela se incluyen procesos como el de Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua. Procesos que, según el propio Chávez, se enmarcan en su idea del “socialismo del siglo XXI”:

En el eje del Pacífico el brazo imperial marca su fuerza a través de la presencia militar en Colombia y en términos se inserción comercial, a partir de los Tratados de Libre Comercio con Chile, Perú y la propia Colombia.

¿Que queda en el medio? Sin dudas la potencia económica y subimperial de la región, Brasil, en cuyo tren se engancha el resto de los países del MERCOSUR, cada uno con sus matices y particularidades.

En ese contexto debemos leer la reciente visita del presidente estadounidense Barak Obama, que tuvo como objetivo consolidar sus posiciones geopolíticas en relación a Brasil y reafirmar su alianza estratégica en Chile. Un dato no menor es que fue desde esta gira, más específicamente desde Brasil, desde donde Obama fundamentó el ataque coordinado de la OTAN sobre Libia.

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Entonces, recuperando la mirada crítica y reflexiva sobre el bicentenario, esta breve introducción de Arquero Peligro abre una serie de temas que pretendemos abordar desde esta Tribuna a lo largo del año, que ponemos a disposición para aportar en la búsqueda de respuestas a la misma pregunta: 200 años ¿de qué?


Referencias:

CEPAL, (2010) Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe. Crisis originada en el centro y recuperación impulsada por las economías emergentes, Documento Informativo, Naciones Unidas-CEPAL, 2010.